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Desde el conflicto a la convivencia a través de la gestión de las emociones

Desde el conflicto a la convivencia a través de la gestión de las emociones. ¿Quién no ha tenido un conflicto en su vida? Estar vivo implica interrelacionarse con los demás y en esas relaciones  es donde  surge el conflicto, es algo consustancial a nuestras vidas, es parte de nuestro día a día.     

La convivencia y los conflictos que surgen de ella es lo que nos hace progresar y avanzar. Lo verdaderamente importante es aprender a gestionarlos y saber obtener el lado positivo de los mismos. Debemos diseccionar el problema con el que nos enfrentamos, apartando lo negativo, lo que no aporta, lo que contamina y destruye y quedarnos con lo positivo, lo que suma, lo que favorece y construye. Esa capacidad la tenemos todos los seres humanos, la ponemos en práctica de forma inconsciente, pero además tenemos en nuestras manos herramientas muy útiles que nos ayudarán a lograr gestionar aquello que nos preocupa, estas herramientas hay que adquirirlas y aprender su manejo. Las visiones de cada uno de nosotros en muchos casos son diferentes, ante un mismo problema puede haber infinidad de soluciones, cada cual más creativa. Este es nuestro punto de partida, desde el reconocimiento del conflicto y desde el deseo de obtener una solución que nos satisfaga a todas las personas implicadas, es desde donde vamos a poner en marcha la gran maquinaria de nuestra imaginación, en la que bajo el control de las emociones (ira, miedo, tristeza, sorpresa, asco, desprecio…) podremos lograr ponernos en los zapatos del otro y ver a través de sus lentes para lograr sentir lo que la otra persona está experimentando. Diálogo, esta es la palabra mágica para comenzar nuestro camino. ¿Cuántas veces por no hablar las cosas, los problemas se acentúan y luego se convierten en un problema mayor sin posibilidad de resolver? Sentarse a hablar, escuchar a los demás, ello hace que podamos obtener ideas nuevas y ver las distintas alternativas..

Nos hemos acostumbrado a que nuestros problemas nos los resuelvan los demás, nos resulta más cómodo que ¨el papá Estado¨ nos de la solución, pero ¿porqué no responsabilizarnos nosotros mismos de nuestro conflicto y ser diferentes? La mediación nos ofrece esta posibilidad, la de ser nosotros mismos quienes gestionemos nuestro conflicto. Cuando acudimos a mediación, lo que cuentan son las personas y sus sentimientos. Si la solución nos la ofrece o impone un tercero, esas emociones no se tendrían en cuenta. El mediador tiene a su alcance aquellas herramientas que necesitamos para que nosotros mismos podamos gestionar nuestras emociones y moldeemos nuestra solución, la que a nosotros más nos satisfaga. La mesa de la mediación es la mesa de la palabra donde afloran nuestras emociones, donde podemos ser nosotros mismos. Somos los protagonistas de nuestra historia y podemos escribir el guión con la trama y el desenlace que nuestra imaginación nos dicte.